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Cambia tu percepción, cambia tu vida.

Hace poco escuché ‘‘las etiquetas son para la ropa, no para las personas’’ y se me quedó tatuado. Siempre he puesto mucha atención a cómo la descripción que nos dan de alguien nos hace verlos de alguna manera desde antes de conocerlos. Cuando te dicen que alguien es un amor, estás predeterminado a verlo de esa manera y a tratarlo mejor. Si te dicen que alguien es mentiroso, probablemente descartes todo lo que diga desde antes de que abra la boca. Lo mismo hacemos con nosotros mismos, nos tratamos y nos portamos de la manera en la que nos hemos etiquetado. Puede que comportamiento dicte etiqueta o que etiqueta dicte comportamiento. Las personas que desde chicos practican un deporte se podrían denominar como disciplinados, enfocados y activos, 3 etiquetas que funcionarían a su favor en las demás áreas de su vida. Si haz tratado mil dietas en lunes y las dejas los martes, te empiezas a creer que eres alguien sin fuerza de voluntad, cuando probablemente la dieta no tiene sentido para tu cuerpo y por eso no la puedes cumplir (después hablamos de esto). Somos más propensos a poner atención a lo que hacemos mal y a repetírnoslo varias veces, haciéndonos sentir peor. Pero es mucho más fácil hacer un cambio cuando se respira motivación en vez de castigo. Y una manera de motivarnos es cambiando nuestro vocabulario dentro de la situación. Palabras como SIEMPRE y NUNCA son tóxicas para generar cambios; ‘‘siempre la riego’’ ‘‘nunca acabo lo que empiezo’’ ‘‘siempre llego tarde’’ ‘‘nunca me organizo’’ Estas frases suenan sencillas pero van creando identidad en nuestra cabeza, nos empezamos a creer lo que escuchamos y terminamos actuando cómo creemos que somos. Así que pensamiento/diálogo interno crea identidad, identidad crea acto, acto crea resultado, resultado crea identidad. Es un ciclo y todo empezó con un pensamiento y un pensamiento se puede cambiar. Podemos escoger quiénes queremos ser tan fácil como podemos escoger nuestro diálogo interno.

Si me la creo que soy escritora, me pongo a escribir y eventualmente en eso me convierto. Si quieres ir al gym diario, di que eres una persona activa y comprometida y empiézate a portar como una. El chiste es pensar en el resultado que quieres e ir en reversa. Si quiero escribir un libro, primero me etiqueto como escritora y me porto como una y así lo escribo. Si quieres tener un negocio propio, te tienes que poner el casco de identidad de lo que hace un emprendedor, será mucho más fácil cambiar tu comportamiento y sacrificar cosas que de otra manera estarías mucho más atado porque eran parte de tu vieja identidad. Si te estresa que tu cuarto sea un desastre, ponte la etiqueta de ‘‘Soy una persona limpia y ordenada’’ y te preguntas ‘‘¿qué hace una persona así?’’ y actúas así, te conviertes así y recibes el resultado que quieres. Escoge etiquetas que vayan con la persona que quieres ser, escríbelas y mueve las piezas en tu cabeza de tal manera que estas sean tu programa nuevo, deja ir las que no te funcionan y te han hecho actuar igual una y otra vez. Es tu cabeza, son tus pensamientos. Simple, tu mandas. Con cariño, Viviana.

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